martes, 9 de junio de 2009

¿ CUANTO CUESTA LA VIDA DE UN PERUANO MUERTO EN LA SELVA ?

Por: Sarko Medina Hinojosa
Para las transnacionales: Vale alrededor de tres años de negociaciones frustradas en el intento de transformar la rica selva peruana en campos ilimitados de soya como se consiguió en Paraguay, país que no gana nada de la siembra de ese poroto bamba, ya que las leyes por la generación de Biocombustibles transforma lo ganado en una pérdida equivalente en los alimentos de primera necesidad que no se producen por las ansias de seguir produciendo combustible biológico y dejando con hambre grandes zonas de Asia y África y ni que decir de los paraguayos desplazados por el avance de los sembríos y pesticidas que destrozan microsistemas únicos e irrepetibles.

Para la coalición Apra, Unidad Nacional y Fujimorismo: Vale la pérdida de grandes negocios, la oportunidad de alianzas estratégicas que consoliden cuotas de poder a base de cupos en el momento de las elecciones. Costos elevados a puertas de elecciones internas. Oportunidades para que otros políticos se eleven dentro de los mismos partidos para sanear la cara y decir que no estaban de acuerdo con los viejos dirigentes y que la renovación es la solución.

Para el Ministerio del Interior: Vale las lágrimas de cocodrilo de Cabanillas. Doscientas balas, veinticuatro uniformes, algunas pistolas y mucho papeleo, además de una campaña insolente de desprestigio del peruano de la selva al cual se le muestra como un “chuncho”, un “terruco malnacido”, gastando dinero en publicidad costosa de mil dólares el minuto en TV, para tratar de dirigir la opinión pública aprovechando el tasajo que hicieron de los efectivos por una estúpida campaña de inteligencia que no calculó que cuando matan a un peruano en protesta, salen diez de debajo de las piedras a arrasar todo lo que encuentran.

Para Yehude Simons: Vale la conciencia de estar viviendo su peor pesadilla: el ser el victimario cuando también a él lo victimaron, ser el falderillo cuando él luchó contra los falderillos, ser nuevamente cabeza de turco para limpiar culpas como Rospigliosi (lo sé, distintos casos, pero igual saliente resultado). Una oportunidad perdida para llegar al sillón de Pizarro. La soga, la cabra, el monte, el respeto, la dignidad, el derecho a dormir en paz.

Para Hugo Chávez: Vale meter miedo más y profundamente en el alma del peruano común que ya no lo ve como un dictador, sino como la víctima de un complot mundial que lo desprestigia ¿Porqué?, porque un barrigón presidente sale a culparlo directamente con la insolencia del que está acorralado. Gana más posicionamiento gratuito, más dinero por petrobarriles, más dólares para insultar a Obama, para que todos de nuevo miren al latinoamericano como el guerrillero inoportuno histórico, manejado por la marea americana que decide qué mísero país puede sacar cabeza del pantano en el que nos pasean desde hace milenios.

Para una familia peruana de policía caído: Vale la vida, el honor, la dignidad de que su pariente muriera en cumplimiento de su deber salvando vidas, poniéndole el pecho a la bala asesina de niños, sacando del infierno de fierros candentes a un bebé, o defendiendo el honor de una mujer en medio de la madrugada de chairas y verduguillos. Nada de eso ahora en la terrible muerte degolladora de sus esperanzas de poder saber quién tiene la culpa, no poder pedir justicia de verdad, sino una falsa y enfermiza condena que los hará odiar a los de allá, a esos que están más allá de su comprensión de ser unas víctimas más en el tablero político del cerdáceo culpable.

Para una familia peruana de poblador caído: Vale la vida, el honor, la dignidad de que su pariente muriera de viejo sembrando la tierra, cosechando yuca, cazando paiche, bailando con Juaneco, disfrutando de la libertad de levantarse temprano para ir a trabajar en el mototaxi, seguir con sus costumbres de ayahuasca interna que lo hiciera ver el mundo desde la cosmogonía selvática que desde milenios les enseña a no pedirle nada a nadie, en especial a ese país que desconocen y que está detrás de la alta montaña llamada Los Andes. Convertido en asesino mediático, el hijo, las hijas no durarán mucho en esta tierra con el sentimiento acervado de ser parias y tratados como parias y volverán, en futuros circulares, a colocar de nuevo el machete en la garganta del que creen es el opresor, ciego porque nadie les ayuda a ver, furiosos porque nadie les intenta escuchar, sedientos de justicia a su ancestral modo de ser y que nadie intenta comprender.

Para dirigente de la Selva : Vale la posibilidad de vivir gratuitamente por los años de los años que dure este tire y jala entre no encontrar una solución viable, porque lo mejor siempre será evitar el diálogo y mantener la lucha permanente porque los dirigentes sociales se mantienen con la sed de justicia del pueblo y si esta es saciada no tendrán más plata, no los llamarán los opositores del Gobierno, los presidentes de gobiernos extranjeros para apoyar futuras candidaturas, no emprenden cruzadas con congresistas opositores y no viajan a Lima en jets. Las muertes les ensucian también las manos y huyen cual perros a medianoche a refugiarse en alguna embajada prochavista.

Para el resto de peruanos: Vale la pérdida de la paz y el regresar a la pesadilla de estar matándonos de nuevo entre hermanos, primos y sobrinos en una guerra de la que de nuevo y redundando, no somos los titiriteros sino meras cuerdas que flotan el aíre al cortarse de un tajo las gargantas de la carne de cañón que nos representó en la tragedia helena de la Curva del Diablo, a la cual asistimos con el grado de escándalo mediático que nos tiene acostumbrados los periodistas de la sangre que nos acervan los sentimientos de separados, de seccionados, de no tener nada que ver con esos “chunchos” que matan cual caníbales que son, sin caer en cuenta que nosotros los canibalizamos primero porque solo nos acordamos de ellos cuando queremos morderles un pedazo de su tierra que, para ellos, ¡gloria a los apus sea!, la quieren como carne propia y no como nosotros como la oportunidad de comprar una chompa en Saga esta temporada… y mandamos a aquellos malpagados y poco capacitados policías para que hagan respetar nuestro derecho a tomar cocacola y comer carne de soya para mantener el estatus comercial mundial, mandamos a esos para que mueran para que azucen, para que nos consigan tierra para destruirnos a nosotros mismos por ordenes de alguien que , lleno de grasa, se regodea en su locura… Dios se apiade de nosotros…

Para Alan García Pérez: Nada, la vida de un peruano no vale nada, no significa nada de nada, es insensible al llanto de neumonía en Puno, al dengue en Madre de Dios, a la sed en los arenales de Lima, a la impotencia del llamero en Ayacucho, a los ignorados de Amazonas, San Martín, a los 27 millones de peruanos que no son Apristas. Para Alan García los fantasmas de la locura le atraviesan el cerebro desde hace tiempo y Pilar ya no puede controlarlo ni tomándole el tiempo con el relojito de pulso que tiene. Las pastillas ya no son nada para él, ahora los fantasmas de sus manos ensangrentadas tienen una nueva máscara, ya no de presos, ahora de policías y pobladores de la selva que vendrán a gritarle “Asesino” por los siglos de los siglos amén.
Sarko Medina Hinojosa
Periodista
Arzobispado de Arequipa
Calle San Francisco 118
Tlf: 214778
http://sarkomedina.wordpress.com/

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